Luis Eduardo Escobar
Presidente, Puerto Valparaíso
Hace poco más de tres meses asumí como presidente del directorio de la Empresa Portuaria Valparaíso (EPV). Sin duda, ello representa una oportunidad única de contribuir al éxito de una actividad que está en el corazón de la identidad, la historia y la fisonomía de Valparaíso, pero sobre todo de aportar al desarrollo de la ciudad y el bienestar de los porteños y porteñas. Es, sin duda, una tarea desafiante que requiere de diálogo y la capacidad de proyectar un futuro en común que desarrolle y potencie todas las vocaciones que acoge la ciudad puerto.
Es por ello que una de las primeras tareas que definimos en el directorio que integro, fue la de iniciar una amplia ronda de conversaciones con los distintos actores que le dan vida a la ciudad. En esas reuniones he podido constatar que existen altos niveles de acuerdo en torno a la necesidad de establecer una relación armónica entre el puerto y la ciudad que construya un camino de desarrollo sustentable para ambos. No más un puerto de espaldas a la ciudad.
Más allá de esta convergencia de intereses, en algunas de las conversaciones me ha llamado poderosamente la atención que aparece una cierta desesperanza. En ellas flotaba en el aire la percepción de que el proceso de declive de la ciudad es irreversible. En otras conversaciones me comentaron que este sentimiento es difícil de superar, porque algunos lo transforman en un culto, en una manera de identificación con la ciudad a partir de memorias de mejores tiempos.
Estos sentimientos derrotistas contrastan con el esfuerzo genuino que realizan muchos actores por revitalizar Valparaíso y llevarla nuevamente a destacar como “puerto principal” del Pacífico sur. El municipio, el gobierno regional, la delegada presidencial, los gremios del turismo, los dirigentes sociales, las universidades, los profesionales, los trabajadores del puerto, los miembros del Foro Logístico de Valparaíso, nuestros concesionarios, la Armada y organizaciones sociales, por mencionar algunos, todos y cada uno, desde sus respectivos ámbitos de acción y competencias, están trabajando para sacar a Valparaíso de su letargo y con optimismo y entusiasmo construir el futuro.
El destino de Valparaíso no está predestinado. Trabajando juntos podemos avanzar hacia un futuro compartido. Es cierto, existen problemas y dificultades que parecen difíciles de superar; por ejemplo, el abandono del centro de la ciudad. Sin embargo, al mismo tiempo, existen bases sólidas sobre las cuales construir ese futuro deseado por todos. Una de ellas es precisamente la disposición al diálogo que hemos demostrado desde hace ya más de dos años, que nos ha permitido compartir diagnósticos, anhelos y proyectos para concretar ese futuro.
Pero el tiempo apremia. Todas y todos los que confluimos hoy en este proyecto tenemos horizontes de acción limitados. Estamos de acuerdo en que las soluciones deben darse aquí y ahora, y que somos nosotros los que tenemos la responsabilidad de ponerlas en marcha. Tenemos la obligación de construir consensos sobre las tareas que debemos llevar adelante y, sobre todo, de identificar aquellos aspectos en los que cada uno deberá ceder. Solo así es posible encontrar una base común que nos permita poner en marcha las soluciones que acordemos.
Como EPV, estamos trabajando en un proyecto de ampliación de nuestros terminales que no será el que se planteó inicialmente hace ya una década, pero que permitirá que siga siendo eficiente, sostenible y seguro, un proyecto que potencie sus aguas abrigadas y que abra el uso de otros espacios. El puerto del mañana que requieren el país y Valparaíso es uno que debe duplicar su capacidad actual para procesar carga; que debe atender pasajeros con estándares mundiales y que, a la vez, debe darle acceso a los habitantes de Valparaíso a un borde costero atractivo, desde el paseo Juan de Saavedra hasta el mirador Viento Sur; que invite a los niños a jugar, a los más grandes a practicar deporte, a gozar de la cultura y también de la contemplación de la belleza del panorama. Ese será un puerto que es parte integral de la ciudad, que la potencia, que convive armónicamente con sus diversas vocaciones y actividades y que se convierte en un potente motor de desarrollo para la ciudad y de bienestar para su gente.
En EPV confiamos en Valparaíso y en los porteños, en sus instituciones y en la infinidad de organizaciones que forman parte del identitario de la ciudad. Pronto retomaremos los diálogos de forma amplia para que juntos trabajemos en la armonización de nuestros legítimos intereses y, en base a los consensos que alcancemos, construyamos el Valparaíso que los porteños desean. Este es el momento y nosotros, colectivamente, los llamados a reimpulsar el desarrollo de la ciudad, potenciando sus diversas vocaciones, de la mano de su puerto.